- Las multinacionales se reorganizarán en ámbitos lingüísticos y culturales para pasar a ser verdaderas transnacionales, ofreciendo a sus trabajadores carreras que en cada nivel se desarrollarán en países y continentes distintos. En esa lógica irán incorporando mecanismos de participación, seguros “sociales”, etc. Las grandes empresas de cara a su interior, se parecerán un poco más a “estados del bienestar… o a dictaduras. “Islas en la red” de Bruce Sterling parecerá menos ciencia ficción.
- Veremos el comienzo de la energía distribuida: más y más edificios, casas, urbanizaciones y parques empresariales tendrán sus propios centros de generación. A partir del barril a 150$ los molinillos de viento y otras fuentes renovables empezarán a competir con las antenas de televisión y las calderas de calefacción en la distribución de los edificios.
- Tendremos una minifábrica en casa: Lo que hoy compramos en los todo a 100 o las tiendas de viaje, lo fabricaremos en casa con impresoras 3D. El fabbing, la fabricación doméstica, presentará nuevos problemas ambientales y obligará a nuevas lógicas de producto y comercialización en sectores como la juguetería.
- Los nativos digitales llegan al poder de consumo. Las grandes cadenas de televisión generalista irán perdiendo más y más audiencia y reduciéndo su impacto. La tele generalista y en abierto será cosa de las rentas bajas y los marginados. Las distribuciones presupuestarias de marketing pasarán al 50-50: 50% Internet, 50% medios “tradicionales” incluida la televisión a la carta.
- Las cosas hablan: A partir de la ubicuidad del móvil, las cosas (desde la ropa a los servicios) empezarán a hablar entre si y geolocalizarse. Todo un universo de servicios aparecerá no sin invadir en ciertos momentos nuestra intimidad y anonimidad.
La conciencia de un hacker
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