En particular, la educación es fundamentalmente un proceso de comunicación (el aprendizaje, en contraste, es fundamentalmente un proceso de crecimiento) (Richter, 1995). Como tal, a través de los años los educadores han tratado de mantener el uso de herramientas a un nivel mínimo, y tan invisible como sea posible, para enfocarse en la enseñanza. ¿Cuántas veces hemos oído el refrán de que la pedagogía no debe estar impulsada por la tecnología?
Esta será la última generación en la que la educación es la práctica de la autoridad, y la primera en la que se convierta, como siempre ha sido la intención de los educadores, en un acto de libertad.
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